Por Eugenia Barajas
El objetivo de Francisco Ramírez Acuña por alcanzar su meta del CEN del PAN, afecta a su grupo político panista en el estado y así sin protección, el Grupo Universidad comandado por Raúl Padilla López arrebató con facilidad el Consejo de la Judicatura (CJ), coto de poder que habían mantenido los paquistas en los últimos años.
El cambio de estafeta –por llamarlo de alguna forma– se dio en julio pasado en la polémica sesión del pleno del Consejo de la Judicatura donde se aprobaron nombramientos de directores y un Reglamento Interno, allí el poderío de Padilla López se amplió al abdicar, el panista, José María Martínez el mando que ostentó desde el 2005.
Descabezado
Desde que Paco Ramírez dejara Jalisco para instalarse en el Distrito Federal y poder cumplir con sus responsabilidades al frente de la Mesa Directiva de San Lázaro, como presidente, y desde allí trabajar sus proyectos a las presidencias del PAN o del país, su grupo político ya presentaba fisuras que sin llegar a la división dejaban ver una falta de liderazgo.
El alejamiento de otro personaje del equipo terminó por asestar otro golpe, el liderazgo de Eduardo Rosales, que había fungido como cabeza de grupo y principal operador en las ausencias de Paco, sin embargo, la falta de respaldo cuando se tomaron las instalaciones del Comité Estatal por parte de los emilistas y su adelantada salida, lo alejaron del grupo, que se quedó sin un jefe que tomara las mejores decisiones.
El desánimo por el fracaso de Jorge Salinas a la alcaldía de Guadalajara, y al ser minoría en el Congreso pegó fuerte entre los paquistas, a eso se sumó el desgaste por el enfrentamiento de la alianza PAN-PRI para apoderarse del Consejo de la Judicatura a través del presidente del Supremo Tribunal de Justicia, Celso Rodríguez y Fernando Guzmán, Secretario General de Gobierno, alianza que sin respaldo del propio equipo paquista, no pudieron enfrentar.
El desinterés de Ramírez Acuña, quien se ha dedicado de lleno a su campaña a la dirigencia nacional de su partido y el de Rosales, que preparaba su boda y se mantenía como exitoso empresario de antros, desunió todavía más al grupo, por lo que al verse solo Chema Martínez decidió bajarse del barco y entregarlo a quien ya trabajaba ese coto de poder y esperaba arrebatarlo a los panistas de un momento a otro, el “Licenciado” Raúl Padilla López.
Otro punto de rompimiento al interior del grupo paquista han sido los constantes enfrentamientos entre el ex coordinador de la fracción, Abraham González Uyeda y Chema, esto porque el primero culpa al segundo de operar en su contra para arrebatarle la coordinación, punto que el primero no ha superado y dividió en tres a los 17 diputados; pero además Abraham se opone sistemáticamente a todo lo que tenga que ver con el CJ para restarle poder al propio Chema.
Operación Padilla
Al arreciar la dupla Ferguz-Celso para quedarse con la Judicatura y Chema sin apoyo, pese a las acusaciones de que uno de los consejeros, Luis Enrique Villanueva volteó bandera y se alió al PAN, se dieron acercamientos con el “licenciado” que ofreció el respaldo para evitar que Celso ampliara sus terrenos, sobre todo a punto de reelegirse por tercera ocasión al frente del Tribunal.
Así Padilla López se apoderó no sólo de las direcciones del CJ, sino de la nómina y del control de las adscripciones de los jueces y prendió la mecha en el Congreso, desde donde operaba como coordinador por segunda ocasión, la primera a finales de la Legislatura 57, Martínez Martínez.
Los inconformes en el Poder Legislativo: el grupo priísta Tlaquepaque comandado por el diputado, Luis Armando Córdova que seducidos por Celso y Guzmán Pérez-Peláez se aliaron para rescatar el terreno perdido, en unión con el equipo panista de los emilistas, así se unieron PAN y PRI.
Su intento fue tardío, Padilla López ya había cerrado el trato con Chema por el CJ, no como una derrota, sino como un relevo de poder, ya que los paquistas no lograrían mantenerse en la lucha por los embates del presidente del Supremo Tribunal y el desgaste que enfrentaba Chema en los medios de comunicación eran suficientes para empañar su proyecto de ser alcalde de Guadalajara.
No hubo tratos ventajosos entre los dos personajes, sólo respetar las plazas de sus gentes y no tocar a los jueces afines a su grupo, con eso se cerró el capítulo.
Pierde terreno
Perder el coto de poder del CJ es un tema que al parecer no le interesó a Ramírez Acuña, que se ha dedicado de lleno a sus metas personales rumbo a la dirigencia nacional blanquiazul, lo que no le augura un futuro prometedor a su grupo, que sin reparto de terrenos que comandar será difícil mantenerlos unidos, sobre todo a sus principales operadores en busca de alguna candidatura para el 2012.